La muerte es nuestra herencia. Lo único que nos hermana es la despedida. Al irnos dejamos cenizas y quizá algunas obras. Desde la eternidad no hay actos. La obra sobrevive por el consenso que suscita. Nuestra carne se extingue, el pensamiento sobrevive. En vano intentaron sofocar el ideario de la izquierda insurrecta del pasado siglo por vías de exterminio o claudicación. Hugo Chávez lo resucita en la centuria que amanece; a él lo salva el pueblo de acechanzas feroces.
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